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Psicóloga en Vecindario y online - De las estrategias de regulación a la patología: Trastornos de alimentación, de personalidad, disociación, adicciones, TOC

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DE LAS ESTRATEGIAS DE REGULACIÓN A LA PATOLOGÍA

Las estrategias utilizadas como manera de controlar o regular las sensaciones internas asociadas al malestar o la ansiedad –que resultaron útiles en algún momento durante la infancia o la adolescencia– son conductas que inicialmente produjeron un efecto ansiolítico o tranquilizador, y sirvieron para manejar lo que se vivió como incontrolable. La razón de la perseverancia de estas estrategias es que han quedado registradas como eficaces en la mente inconsciente del paciente, ya que resultaron tranquilizadoras en su momento.

Cada vez que se activa la amígdala y se siente ansiedad, se genera una urgencia por llevar a cabo las conductas; aunque el individuo sea consciente de que son patológicas, no las puede evitar y se siente arrastrado a ellas. 

La ansiedad y el malestar incitan a realizar estas conductas que alivian los síntomas y provocan más ansiedad a medio plazo, convirtiéndose con el tiempo en otra patología añadida. Es decir, lo que se usó primero como intento de solucionar el problema, se convertirá en otro problema más a resolver.

Las patologías que vemos en consulta en la mayoría de los casos comienzan como mecanismos de regulación que se usan para tener sensación de control, pero acaban convirtiéndose en un problema mayor que el que trataban de solucionar.

Mecanismos de regulación emocional:

·         Trastornos de la conducta alimentaria

·         Trastornos de personalidad

·         Adicciones

·         Obsesiones

·         Disociación

En todos nuestros pacientes encontraremos alguna estrategia para tratar de soportar el malestar que, si bien al principio funcionó como una solución, a fuerza de repetirse ha llevado a algo que se ha convertido en un trastorno añadido.


Componente orgánico de los Trastornos psicológicos

Es muy importante tener en cuenta que todos los trastornos psicológicos tienen un componente orgánico, ya que no puede ocurrir nada en nuestra mente que no ocurra también, de alguna forma, en nuestro cerebro (Purves et al. 2008). 

Es fundamental aclarar que, aunque la causa principal de algunos trastornos psicológicos es orgánica, en la mayoría de las ocasiones dicho trastorno es el resultado de los mecanismos que fueron empleados para obtener una sensación de control.

Sabemos por los estudios de epigenética que los genes se expresan en función de las condiciones genéticas para las que están programados y también por circunstancias ambientales (Yehuda, 2016). En determinadas condiciones ambientales, los mecanismos de regulación pueden activar la expresión génica de proteínas que provocan determinados trastornos. En otras condiciones, es probable que este trastorno no se hubiese producido. El debate sobre la influencia de la genética y el ambiente en el origen de las enfermedades todavía no tiene una respuesta clara.


Patologías como forma de regulación emocional 

Los mecanismos de regulación, son variados y cambian en función del tipo de apego en la infancia. El listado de patologías que se pueden padecer como forma de regulación emocional para aliviar el malestar es muy amplio, pero podemos destacar, entre otros:

·         los trastornos alimenticios (bulimia, anorexia u obesidad),

·         los trastornos de personalidad (TLP, TOC),

·         las adicciones (dependencia emocional, alcoholismo ludopatía),

·         la pertenencia a grupos violentos o sectas.


Estilos de apego y patologías

El tipo de apego con el que el individuo haya aprendido a regularse en consonancia con sus cuidadores durante la infancia marcará muchas de las estrategias que usará posteriormente en la adolescencia y la edad adulta (Crittenden, 2002).

Una de las paradojas de la psicología humana es que situaciones iniciales completamente distintas pueden generar patologías idénticas. Los mecanismos de regulación existen en todos los tipos de apego (incluso en el seguro solo que en este caso son muy adaptativos): 

El apego evitativo suele caracterizarse por una falta de afecto y/o protección. Si hay una sobreprotección que impida la exploración y seguridad en el niño se trataría de apego ansioso y si hay numerosas situaciones traumáticas no resueltas hablaríamos de apego desorganizado.


Apego inseguro

En ausencia de un apego seguro, encontramos en la adolescencia y posteriormente en la edad adulta estrategias para lograr una sensación de regulación y autocontrol. Los mecanismos de regulación pueden resultar patológicos si falla la relación de apego con los cuidadores. Si estos mecanismos no son suficientes, se puede generar depresión, disociación traumática o trastornos de personalidad graves.

Los adultos con apego seguro (sea original o adquirido) no son conscientes de necesitar elementos externos para regularse. Sin embargo, aquellas personas con apego inseguro sienten que cualquier contingencia negativa puede desestabilizarles y buscan elementos externos para poder encontrar esa seguridad que son incapaces de encontrar dentro de sí mismos. Esto es lo que conocemos comúnmente como «personalidades controladoras» (que suelen tener un apego evitativo) o «personas siempre en alerta o ansiosas» (que suelen tener apego ansioso).


Apego seguro

Los individuos con apego seguro (Tipo B) han aprendido a alternar entre la necesidad de estar con los cuidadores y la posibilidad de explorar o jugar sin miedo. En la adolescencia tienden a ser confiados, porque nunca han necesitado estar a la defensiva. Si consiguen mantener la tendencia de apego seguro, sabrán regularse a sí mismos y podrán hacerlo con los demás de forma adecuada sin necesidad de buscar elementos externos que compensen los déficits. Aprenden de sus errores y son capaces de reconocerlos para poder mejorar.


Apego inseguro evitativo

Los individuos con apego inseguro evitativo (tipo A) resultan predecibles porque han aprendido a comportarse como se esperaba de ellosDan mucha importancia a las formas y a la vez ocultan, incluso a sí mismos, sus verdaderas emociones. Buscan regularse bien con actividades que exijan mucho esfuerzo físico o mental (por ejemplo, estudiar mucho o hacer deportes intensos como correr maratones) o con sustancias que les impidan sentir la ansiedad (por ejemplo, drogas). Tienden a tenerlo todo bajo control y, en muchas ocasiones, el consiguiente agotamiento les lleva a perder del todo el control y terminan sufriendo depresiones y/o ataques de pánico (Nardone, 2004).


Apego inseguro ansioso

Los individuos con apego inseguro ansioso (tipo C) omiten el aspecto cognitivo en su relación con los demás, porque los padres, aunque afectuosos, no tenían un comportamiento predecible. Estas personas no tratan de controlar porque nunca han sentido que tuvieran el controlLos sentimientos negativos de malestar son exagerados y alternan con periodos de calma. Su objetivo es mantener un contacto emocional constante con alguien. Su regulación emocional es una búsqueda constante de cercanía y hacen cualquier cosa para lograrlo, desde pertenecer a grupos violentos, usar el sexo como forma de conseguir afecto o tomar drogas para no sentirse excluido de las relaciones sociales.


Apego desorganizado

Los individuos con un apego desorganizado han experimentado a las personas que debían cuidarlos también como fuente de amenaza. Los patrones de regulación pueden ser muy patológicos, como autolesiones, abuso de drogas o relaciones de pareja muy conflictivas. Los mecanismos de regulación externos no son suficientes y provocan aún mayor desregulación, lo que crea un círculo vicioso de consecuencias impredecibles.


Estrategias de autorregulación

El principal objetivo de estas estrategias es la evitación de la ansiedad producida por la sensación de falta de control. Para recuperar un equilibrio de algún modo, el individuo puede recurrir a evitar directamente los estímulos aversivos, que es la estrategia más frecuente y básica, y la que compartimos con todos los animales. El inconveniente es que a medida que los pacientes evitan algo que les da miedo (hablar en público, salir a la calle o pensar en algo doloroso), la amígdala refuerza la valoración de que esa conducta resulta peligrosa, lo que produce una mayor evitación.

La estrategia más básica consiste en evitar algo que nos da miedo físico, puede ser un lugar, una persona o una tarea. Pero también hay evitaciones más complejas, como puede ser no sentir sensaciones desagradablesevitar partes de nuestra personalidad que no nos gustan o pensar que somos culpables o defectuosos.

Algunas de estas estrategias pueden ser:

  • Rumiación / Rituales: En situaciones de ansiedad, el individuo puede realizar determinados rituales que le tranquilizan y generar supersticiones sobre que la acción realizada ha evitado que ocurra algo malo. De este modo, la ansiedad frente a situaciones que provocan malestar le hará sentirse obligado a repetir el ritual, acabando por convertirse en una patología. Los pensamientos obsesivos pueden darse solos o acompañados de conductas compulsivas que traten de aliviarlos convirtiéndose en trastornos obsesivo-compulsivos (Pinillos, 2011).

  • Adicciones: La evitación mediante sustancias, juego, compras o sexo compulsivo tienen en común que ayudan a evitar el malestar internono permiten que lo que nos hace daño se haga consciente. Salvo casos muy extremos, no suelen aparecer hasta la adolescencia (con la aparición de las hormonas sexuales y el consiguiente desarrollo madurativo). En todos los casos permiten evitar la conexión con el mundo interno que está muy degradado y/o vacío.

  • Trastornos alimenticios: La ingesta de comida o la ausencia de esta actúan como regulador de la ansiedad y el malestar, evitando el contacto con las emociones. El uso de esta estrategia de regulación genera trastornos entre los que se encuentran la anorexia (no se ingiere alimento), los atracones (se come en exceso) y la bulimia (se come en exceso y luego se vomita).

  • Disociación: Es una estrategia biológica para evitar un dolor psicológico que resulta excesivo para los recursos de los que dispone el individuo; disociarse significa evitar toda la intensidad de la experiencia. Las estrategias disociativas se pueden dar bien en la infancia ante situaciones de amenaza que desbordan al niño, o bien en la edad adulta si ocurre algún activador que recuerde algún trauma anterior o alguna situación que suponga una amenaza muy grave y que desborde las capacidades del individuo.

Otras estrategias para reducir al ansiedad y sentirse en control pueden llevarse a cabo mediante patrones de personalidad que ayuden a manejar la incertidumbre en relación con los demás. Estos comienzan en la infancia y se consolidan en la adolescencia y edad adulta:


  • Personalidad cuidadora: Desde la infancia, el niño aprende que sus necesidades no son importantes y se siente culpable y defectuoso por ello. Trata de este modo de adaptar su comportamiento a lo que cree que esperan los demás. Uno de los modos de hacerlo es mediante la parentificación, o el cuidado de los padres o los hermanos. Esta estrategia también tenderá a generar una parte muy enfadada que no podrá expresarse por miedo a provocar rechazo y acabará disociándose. Estas personas siempre están pendientes de las necesidades de los demás, anteponiéndolas a las propias, y esto puede terminar derivando en graves trastornos de ansiedad o trastornos de personalidad.

  • Personalidad perfeccionista: Similar a la anterior, también es una estrategia que debuta en la infancia. Consiste en el pensamiento mágico de que «si soy perfecto, saco buenas notas, lo hago todo bien, etc., las cosas funcionarán, mis padres me querrán y todo estará bien»El niño se esfuerza mucho en ser perfecto, pero no cambia nada, con lo que sigue intentándolo. Esta búsqueda patológica de la perfección se convertirá en un rasgo de su personalidad, con la paradoja añadida de que nunca están satisfechos, lo que les obliga a aumentar su perfeccionismo. Por otro lado, muchos pacientes con un patrón perfeccionista tienden a procrastinar por miedo a no hacer las cosas bien, lo cual les provoca mucha ansiedad al sentir que no son útiles y han fracasado. Este es un rasgo que puede formar parte de diversos trastornos de personalidad y otros.

  • Personalidad narcisista: El niño desarrollará un concepto muy elevado de sí mismo y una autoestima exagerada, bien porque descubre que no puede esperar que nada del exterior satisfaga sus necesidades de afecto y sentirá que solo él puede cuidar de sí mismo, o bien porque ha sido sobreprotegido y ensalzado en exceso, lo que le hace sentir que los demás deben cuidar de él y por tanto sus prioridades deben de estar siempre poencima de las de los demás (Millon, 2014). Esto puede derivar en un trastorno narcisista de la personalidad.

  • Personalidad indolente: Se evita cualquier tipo de actividad que pueda suponer el riesgo de un fracaso, se culpa a los demás de todo lo que no funciona sin hacer ningún esfuerzo en cambiarlo. Si bien puede ser una etapa natural durante la adolescencia se convierte en patológica si continúa durante la edad adulta.

 

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